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CAFE DE HONDURAS

Si de repente nos preguntan por el nombre de países referentes en la producción mundial de café, seguro que, casi sin pensarlo, nos vendrán a la cabeza Brasil, Colombia, Etiopía, Vietnam, incluso India, pero pocos pensarán en Honduras. Sin embargo, este es el quinto productor mundial de café (ICO 2018) y un país con unas condiciones únicas para cultivar calidades superiores de este producto.

Honduras es un país pequeño, pero inmenso en diversidad de cafés. Algunos de los cultivados en este territorio han logrado las más altas puntuaciones en concursos cafetaleros mundiales y la industria del café de especialidad ha convertido a este origen en uno de sus proveedores preferentes. La diversidad de microclimas que se entremezclan en las zonas cafetaleras hondureñas, la altitud de los cultivos, los procesos artesanales a los que son sometidos los granos de este país, y la preservación de la pureza genética de muchos de sus granos, hacen de los cafés hondureños, un origen único, que vale la pena conocer... y sobretodo, probar.

Orígenes del café en Honduras

Los primeros registros de actividad cafetalera en Honduras datan de 1778, cuando el café entró en el país desde Guatemala. En aquellos primeros años, el gran potencial del café hondureño ya llamó la atención de algunos extranjeros asentados allí. Tal es el caso del gobernador Intendente de Honduras, Don Ramón de Auguiano quien, en 1804, con motivo de la visita a la “Provincia de Honduras” (en aquel momento el país era una colonia española), escribió un informe a los Reyes de España, en el que decía, “El café es de tan excelente calidad como el de Moka. Se cree que haya sido sembrado por algunos curiosos, porque a pocos se conoce en esta provincia y aunque se cosecha en poca cantidad, pudiera cosecharse en mucha, porque está experimentado que rinde en esta provincia el duplicado en su siembra, que en los países donde más se ha cultivado”.

A pesar de ello, durante décadas, la producción cafetalera fue un cultivo fundamentalmente familiar, del cual, únicamente se destinaba una mínima parte a la venta a terceros.

No fue hasta mediados del siglo XX que la industria cafetalera hondureñas arrancó. En los 50, se inició la tecnificación de algunas fincas y, en paralelo, el gobierno del país creó la Oficina del Café, a modo de organismo específico para la atención y promoción de la caficultura nacional. Una década después, nació la Asociación Hondureña de Productores de Café (AHPROCAFE) y se promovió en las provincias cafetaleras el uso de variedades mejoradas de porte bajo como la Caturra, Pacas y Villa Sarchi, entre otras.

En la década siguiente, la de los 70, la caficultura hondureña dio un paso adelante importante con la creación del Instituto Hondureño del Café (IHCAFE), una institución referente a nivel mundial en la investigación y asistencia técnica al productor. Esta organización es creadora, entre otras, de la afamada variedad Parainema, un híbrido (Timor y Villa Sarchí), resistente a la roya y muy buena taza, merecedor de múltiples reconocimientos, entre ellos la máxima puntuación en la Taza de la Excelencia hondureña de hace dos años, donde obtuvo 91,81 puntos, superando la calificación de otros muchos cafés ganadores en sus respectivas Tazas de la Excelencia de ese año. El café Parainema ganador, además, consiguió el mejor precio pagado nunca por un café de Centroamérica.

Producción al alza

A lo largo de los años, la caficultura se ha convertido en un elemento importante de la economía hondureña y hoy en día sigue siendo el rubro más importante del sector agrícola. Durante la última década ha presentado un marcado dinamismo, gracias al apoyo decisivo para la renovación de las fincas después de la crisis de la roya, lo que se refleja en su producción.

En la cosecha 2017-2018, los productores de café documentaron una producción superior a 9,4 millones de quintales), mostrando un incremento del 2% comparado a la cifra de 9,3 millones de quintales documentadas en 2016-2017. Sin lugar a dudas, estas producciones han contribuido a la estabilidad financiera del país, obteniendo una participación del 23,4% en el total de los ingresos por exportación de los principales productos agrícolas hondureños. En cuanto al Producto Interior Bruto agrícola, el café representa una participación media del 31.69 % (PIB agrícola) y de 32.7 % en el Producto Interno Bruto Nacional (PIB Nacional).

La clave de la creciente producción en Honduras, el rendimiento y la excepcionalidad de la calidad de algunos de sus cafés se debe, en buena parte, a la implementación de variedades genéticas mejoradas. En la actualidad se estima que el 60% del parque cafetalero nacional está conformado por este tipo de plantas mejoradas y resistentes a la roya y otras enfermedades.

Durante más de tres años, IHCAFE en el marco del “Programa Cooperativo Regional para el Desarrollo Tecnológico y Modernización de la Caficultura” de Promecafé, ha analizado 40 “variedades élite”, las mejores de 19 países – Costa Rica, México, Guatemala, Colombia y otros – y las ha traído al país para experimentar in situ con el objetivo de complementar la oferta de variedades resistentes a la roya que ya se encuentran en las fincas hondureñas: Ihcafe-90, Lempira (no resistente a la nueva roya) y Parainema.

Fincas, caficultores y regiones productoras

El café en Honduras se produce en 15 de los 18 departamentos del país y en 210 de los 298 municipios a nivel nacional. En total, más de 300.000 hectáreas cultivadas de café que se pueden agrupar en tres categorías con marcadas diferencias en productividad y rentabilidad agrícola: regiones desarrolladas (Copán, Montecillos); regiones de desarrollo intermedio (Opalaca, Comayagua); y regiones menos desarrolladas (Agalta, El Paraíso).

El 95% de estas plantaciones se encuentran en territorios boscosos y el 92% bajo sombra, con el claro propósito de mantener una producción ecológicamente sostenible que contribuya a proteger las fuentes de agua, además de favorecer un ambiente estable y diverso de flora y fauna que revierta, a su vez, en la conservación de las propias zonas cafetaleras.

Además de la caficultura bajo sombra, otra de las características de la producción hondureña son el porte bajo de sus cafetos, el distanciamiento intermedio entre plantas y la maximización del uso de los suelos.

Las plantaciones son 100% de café arábica, siendo las variedades Typica y Caturra las más populares, aunque también se producen cafés de las variedades Catuaí, Vila Sarchi, Lempira, IHCAFE 90, Parainema, Obata y otros catimores resistentes a plagas y enfermedades. Una de las grandes riquezas de la caficultura hondureña es que todos estos cafés presentan características muy diversas, directamente relacionadas con las condiciones climáticas y geográficas de las tierras donde se cultivan.

Por lo general, por ejemplo, los cafés de la región de Copán (Bourbon, Caturra y Catuai) suelen ser dulces, achocolatados, con cuerpo redondo, acidez delicada y postgusto sostenido, mientras que los de Montecillos (Bourbon, Catuai, Caturra, Pacas) son conocidos por su agradable sabor a cítricos, albaricoques y caramelo y su acidez tartárica. Estas características poco tienen que ver con los cafés de Opalca (Bourbon, Catuai, Typica), que destacan por sus sabores a frutas tropicales, como uvas y moras, cuerpo plano, acidez delicada y retrogusto balanceado.

Por su parte, la taza de cafés de Comayagua (Bourbon, Caturra, Typica) es apreciada por su dulce fragancia, acidez cítrica, sabores dulces y un cuerpo cremoso que la hacen muy agradable. En el caso de los cafés de la región de El Paraíso (Catuai, Caturra) su fina acidez, sabores cítricos, cuerpo suave y postgusto sostenido son sus características más destacadas, igual que los sabores a frutas tropicales con fragancia a caramelo y chocolate, postgusto dulce y acidez pronunciada lo son de los cafés de la región de Agalta (Bourbon, Caturra, Typica).

Por lo general, el área total de las fincas hondureñas está conformada por cafés en producción, café en crecimiento o desarrollo, recepado o poda drástica para renovar tejidos, que se complementan con áreas para bosque, guamil, potreros y otros cultivos. Mayoritariamente, estas fincas se encuentran ubicadas a más de 1.000 m.s.n.m., no siendo pocos los cafetales que se sitúan entre los 1.400 y los 1.600 m.s.n.m. La disparidad de alturas provoca que aunque solamente existe un ciclo de producción de café, su duración varía según la ubicación del cafetal.

Esta altura de las fincas hondureñas les había dado hasta ahora cierta “ventaja” en cuanto a la presencia de plagas y enfermedades más propias de terrenos más bajos y con temperaturas más altas. Sin embargo, el cambio climático se empieza a notar en los territorios cafetaleros hondureños, y ya se ha detectado broca en fincas en las cuales se creía que, por la altura, no se verían afectadas. Es así que un reciente análisis de IHCAFE, PNUD y Heifer International sobre la cadena de valor del café en Honduras, se advierte que, dado que el 10% de las fincas de café del país están a menos de 900 m.s.n.m., los aumentos de temperaturas obligarán a sus productores a migrar a otros cultivos, algo que también, advierten, debe tomarse en cuenta en futuras planificaciones, valorando las ventajas y desventajas de los diferentes sistemas productivos.

El ‘sistema tradicional’ (o convencional), apuntan en este análisis, genera mucha contaminación de materia orgánica en los ríos, por la falta de tratamiento de las aguas residuales, afectando, pues, la calidad del ecosistema.

El ‘sistema mejorado’ (o certificado), por su parte, genera emisiones de gas metano (gas de efecto invernadero) y partículas (que afectan la salud humana) por el tratamiento del agua residual en lagunas y la combustión de cascarillas de café y leña por el beneficio seco, mientras que en el sistema tradicional, el café se seca de manera manual en el patio. Por otro lado, ‘el sistema avanzado’ (u orgánico) soluciona los problemas de la contaminación del agua residual y de las emisiones de gas metano (usando este gas como combustible) de los otros sistemas, aunque este proceso necesita mucha inversión y conocimiento.

La gente del café

En el registro oficial de IHCAFE se encuentran inscritas más de 120,000 familias productoras de café de las cuales el 95% son calificadas como pequeños productores (con producción menor a 2.300 kg). Un 85% de estos productores trabajan de forma individual, mientras que solo un 15% se encuentran organizados en forma de cooperativas o empresas asociativas.

La actividad cafetalera genera un estimado superior a 1,1 millones de empleos en todas las actividades del cultivo, contribuyendo de forma importante a la reducción de la migración y promoviendo la integración familiar. El requerimiento mayor de mano de obra se da en la época de recolección que está comprendida entre los meses de octubre a marzo, dependiendo de las condiciones de altura en que se encuentran las fincas.

El café en Honduras genera empleo, ha desarrollado a lo largo de los años, el transporte interno en muchas regiones y casi desde el inicio de su explotación a nivel comercial, respalda las finanzas públicas, incentivando el consumo y contribuyendo a transformar tanto el sector industrial como el rural y agrícola del país.

Hoy día, la vida económica, política y social de muchas aldeas de Honduras gira en torno a este producto, eje central de un sector dinámico y con potencial de mayor crecimiento en términos de productividad, calidad y precios.

Café Diferenciado y Especial

A partir de la cosecha 2009-2010 se inició el Registro de cafés diferenciados en Honduras, es decir, de cafés certificados y de calidades superiores, un segmento de producción que está mostrando un importante crecimiento, básicamente de mano de empresas asociativas y familias productoras afiliadas a cooperativas. Las cifras revelan que durante la cosecha 2017-2018 se vendieron 66.332kg de estos cafés, una cantidad que representa el 25% del total de las exportaciones, obteniendo un exorbitante incremento del 89% con respecto a la cosecha 2010-2011. Las 5 principales certificaciones utilizadas por el café de este origen son: UTZ, Asociación 4C, Fair Trade / Orgánico, Rain-Forest Alliance y Orgánico.

Al igual que en las exportaciones por destino, Alemania es el principal comprador de cafés diferenciados con un 42%, seguido por Estados Unidos y Bélgica con 11,94% y 12,41% respectivamente.

Fideicomiso cafetero

Honduras cuenta con un original mecanismo financiero denominado ‘Fideicomiso cafetalero’ que consiste en una retención de 13,25 USD a los productores por cada quintal de grano vendido (quintal = 46 kg). De este dinero, 1 dólar va para el Instituto Hondureño del Café (Ihcafé), 1,75 dólares para el Fondo Cafetero Nacional (FCN), 1,50 dólares para el pago de préstamos (gobierno $1 y Préstamo Taiwán $0.50) y 9 dólares para el fideicomiso, en sí.

Esta última cantidad constituye una garantía bancaria que abre oportunidades de crédito para los productores con IHCAFE o instituciones bancarias. Si el productor no hace uso del fideicomiso, una vez reportada la venta del café por parte de los exportadores, IHCAFE devuelve lo retenido al productor.

Aún y así, las dificultades en ocasiones para recuperar el dinero, han levantado las protestas de los caficultores en diversas ocasiones - la más reciente a finales de este mes de septiembre – que consideran abusivo y obsoleto este fideicomiso.

Exportación

Fruto del arduo trabajo de los productores en el campo y las oportunas acciones brindadas por IHCAFE, Honduras continua siendo el principal país productor y exportador de Centroamérica.

La exportación de café en el país está en manos de unas pocas empresas internacionales con licencias; el registro como empresa exportadora se ve dificultado por los elevados requisitos de capital (mínimo USD 1 millón).

En los últimos 15 años, Honduras ha dado un paso adelante importante en su escalada hacia los segmentos altos del café de calidad. Este origen ha ido ganando territorio en el mercado internacional, pero a menudo su progresión se ve limitada porque los propios caficultores hondureños desconocen el potencial de su café. Aunque cada vez hay más de ellos que se suman a la producción de café especial y consiguen llevar su grano hasta los circuitos internacionales de estas calidades, la comercialización del café de Honduras se caracteriza por una intermediación supeditada a un gran número de mediadores informales quienes compran el café en uva y en pergamino seco y pagan antes de la cosecha para comprometer la venta, lo que aporta unos ingresos menores a los productores, los cuales, a menudo, buscan alternativas para circular su producto. Una de las vías más recurridas es el contrabando. Venden su café a Guatemala, Nicaragua, incluso a México, donde les ofrecen mejores precios en relación con la forma de comercio en Honduras.

Durante la cosecha 2017-2018, Honduras ofreció al mundo 9.4 millones de sacos de 46kg con una variación absoluta del 1.06% menor que la cosecha anterior 2016-2017 de 9,5 millones de sacos de 46kg. De estos, el 47 % fueron cafés HG, el 28% SHG, un 5% cafés especiales y solo un 20%, cafés de calidad estándar.

Estos números significan un incentivo para seguir trabajando y superar los rendimientos en las áreas cultivadas que tenemos en este momento, para asegurar, así, que al café de Honduras seguir figurando como uno de los principales en el mercado internacional.Si de repente nos preguntan por el nombre de países referentes en la producción mundial de café, seguro que, casi sin pensarlo, nos vendrán a la cabeza Brasil, Colombia, Etiopía, Vietnam, incluso India, pero pocos pensarán en Honduras. Sin embargo, este es el quinto productor mundial de café (ICO 2018) y un país con unas condiciones únicas para cultivar calidades superiores de este producto.

Honduras es un país pequeño, pero inmenso en diversidad de cafés. Algunos de los cultivados en este territorio han logrado las más altas puntuaciones en concursos cafetaleros mundiales y la industria del café de especialidad ha convertido a este origen en uno de sus proveedores preferentes. La diversidad de microclimas que se entremezclan en las zonas cafetaleras hondureñas, la altitud de los cultivos, los procesos artesanales a los que son sometidos los granos de este país, y la preservación de la pureza genética de muchos de sus granos, hacen de los cafés hondureños, un origen único, que vale la pena conocer... y sobretodo, probar.

Orígenes del café en Honduras

Los primeros registros de actividad cafetalera en Honduras datan de 1778, cuando el café entró en el país desde Guatemala. En aquellos primeros años, el gran potencial del café hondureño ya llamó la atención de algunos extranjeros asentados allí. Tal es el caso del gobernador Intendente de Honduras, Don Ramón de Auguiano quien, en 1804, con motivo de la visita a la “Provincia de Honduras” (en aquel momento el país era una colonia española), escribió un informe a los Reyes de España, en el que decía, “El café es de tan excelente calidad como el de Moka. Se cree que haya sido sembrado por algunos curiosos, porque a pocos se conoce en esta provincia y aunque se cosecha en poca cantidad, pudiera cosecharse en mucha, porque está experimentado que rinde en esta provincia el duplicado en su siembra, que en los países donde más se ha cultivado”.

A pesar de ello, durante décadas, la producción cafetalera fue un cultivo fundamentalmente familiar, del cual, únicamente se destinaba una mínima parte a la venta a terceros.

No fue hasta mediados del siglo XX que la industria cafetalera hondureñas arrancó. En los 50, se inició la tecnificación de algunas fincas y, en paralelo, el gobierno del país creó la Oficina del Café, a modo de organismo específico para la atención y promoción de la caficultura nacional. Una década después, nació la Asociación Hondureña de Productores de Café (AHPROCAFE) y se promovió en las provincias cafetaleras el uso de variedades mejoradas de porte bajo como la Caturra, Pacas y Villa Sarchi, entre otras.

En la década siguiente, la de los 70, la caficultura hondureña dio un paso adelante importante con la creación del Instituto Hondureño del Café (IHCAFE), una institución referente a nivel mundial en la investigación y asistencia técnica al productor. Esta organización es creadora, entre otras, de la afamada variedad Parainema, un híbrido (Timor y Villa Sarchí), resistente a la roya y muy buena taza, merecedor de múltiples reconocimientos, entre ellos la máxima puntuación en la Taza de la Excelencia hondureña de hace dos años, donde obtuvo 91,81 puntos, superando la calificación de otros muchos cafés ganadores en sus respectivas Tazas de la Excelencia de ese año. El café Parainema ganador, además, consiguió el mejor precio pagado nunca por un café de Centroamérica.

Producción al alza

A lo largo de los años, la caficultura se ha convertido en un elemento importante de la economía hondureña y hoy en día sigue siendo el rubro más importante del sector agrícola. Durante la última década ha presentado un marcado dinamismo, gracias al apoyo decisivo para la renovación de las fincas después de la crisis de la roya, lo que se refleja en su producción.

En la cosecha 2017-2018, los productores de café documentaron una producción superior a 9,4 millones de quintales), mostrando un incremento del 2% comparado a la cifra de 9,3 millones de quintales documentadas en 2016-2017. Sin lugar a dudas, estas producciones han contribuido a la estabilidad financiera del país, obteniendo una participación del 23,4% en el total de los ingresos por exportación de los principales productos agrícolas hondureños. En cuanto al Producto Interior Bruto agrícola, el café representa una participación media del 31.69 % (PIB agrícola) y de 32.7 % en el Producto Interno Bruto Nacional (PIB Nacional).

La clave de la creciente producción en Honduras, el rendimiento y la excepcionalidad de la calidad de algunos de sus cafés se debe, en buena parte, a la implementación de variedades genéticas mejoradas. En la actualidad se estima que el 60% del parque cafetalero nacional está conformado por este tipo de plantas mejoradas y resistentes a la roya y otras enfermedades.

Durante más de tres años, IHCAFE en el marco del “Programa Cooperativo Regional para el Desarrollo Tecnológico y Modernización de la Caficultura” de Promecafé, ha analizado 40 “variedades élite”, las mejores de 19 países – Costa Rica, México, Guatemala, Colombia y otros – y las ha traído al país para experimentar in situ con el objetivo de complementar la oferta de variedades resistentes a la roya que ya se encuentran en las fincas hondureñas: Ihcafe-90, Lempira (no resistente a la nueva roya) y Parainema.

Fincas, caficultores y regiones productoras

El café en Honduras se produce en 15 de los 18 departamentos del país y en 210 de los 298 municipios a nivel nacional. En total, más de 300.000 hectáreas cultivadas de café que se pueden agrupar en tres categorías con marcadas diferencias en productividad y rentabilidad agrícola: regiones desarrolladas (Copán, Montecillos); regiones de desarrollo intermedio (Opalaca, Comayagua); y regiones menos desarrolladas (Agalta, El Paraíso).

El 95% de estas plantaciones se encuentran en territorios boscosos y el 92% bajo sombra, con el claro propósito de mantener una producción ecológicamente sostenible que contribuya a proteger las fuentes de agua, además de favorecer un ambiente estable y diverso de flora y fauna que revierta, a su vez, en la conservación de las propias zonas cafetaleras.

Además de la caficultura bajo sombra, otra de las características de la producción hondureña son el porte bajo de sus cafetos, el distanciamiento intermedio entre plantas y la maximización del uso de los suelos.

Las plantaciones son 100% de café arábica, siendo las variedades Typica y Caturra las más populares, aunque también se producen cafés de las variedades Catuaí, Vila Sarchi, Lempira, IHCAFE 90, Parainema, Obata y otros catimores resistentes a plagas y enfermedades. Una de las grandes riquezas de la caficultura hondureña es que todos estos cafés presentan características muy diversas, directamente relacionadas con las condiciones climáticas y geográficas de las tierras donde se cultivan.

Por lo general, por ejemplo, los cafés de la región de Copán (Bourbon, Caturra y Catuai) suelen ser dulces, achocolatados, con cuerpo redondo, acidez delicada y postgusto sostenido, mientras que los de Montecillos (Bourbon, Catuai, Caturra, Pacas) son conocidos por su agradable sabor a cítricos, albaricoques y caramelo y su acidez tartárica. Estas características poco tienen que ver con los cafés de Opalca (Bourbon, Catuai, Typica), que destacan por sus sabores a frutas tropicales, como uvas y moras, cuerpo plano, acidez delicada y retrogusto balanceado.

Por su parte, la taza de cafés de Comayagua (Bourbon, Caturra, Typica) es apreciada por su dulce fragancia, acidez cítrica, sabores dulces y un cuerpo cremoso que la hacen muy agradable. En el caso de los cafés de la región de El Paraíso (Catuai, Caturra) su fina acidez, sabores cítricos, cuerpo suave y postgusto sostenido son sus características más destacadas, igual que los sabores a frutas tropicales con fragancia a caramelo y chocolate, postgusto dulce y acidez pronunciada lo son de los cafés de la región de Agalta (Bourbon, Caturra, Typica).

Por lo general, el área total de las fincas hondureñas está conformada por cafés en producción, café en crecimiento o desarrollo, recepado o poda drástica para renovar tejidos, que se complementan con áreas para bosque, guamil, potreros y otros cultivos. Mayoritariamente, estas fincas se encuentran ubicadas a más de 1.000 m.s.n.m., no siendo pocos los cafetales que se sitúan entre los 1.400 y los 1.600 m.s.n.m. La disparidad de alturas provoca que aunque solamente existe un ciclo de producción de café, su duración varía según la ubicación del cafetal.

Esta altura de las fincas hondureñas les había dado hasta ahora cierta “ventaja” en cuanto a la presencia de plagas y enfermedades más propias de terrenos más bajos y con temperaturas más altas. Sin embargo, el cambio climático se empieza a notar en los territorios cafetaleros hondureños, y ya se ha detectado broca en fincas en las cuales se creía que, por la altura, no se verían afectadas. Es así que un reciente análisis de IHCAFE, PNUD y Heifer International sobre la cadena de valor del café en Honduras, se advierte que, dado que el 10% de las fincas de café del país están a menos de 900 m.s.n.m., los aumentos de temperaturas obligarán a sus productores a migrar a otros cultivos, algo que también, advierten, debe tomarse en cuenta en futuras planificaciones, valorando las ventajas y desventajas de los diferentes sistemas productivos.

El ‘sistema tradicional’ (o convencional), apuntan en este análisis, genera mucha contaminación de materia orgánica en los ríos, por la falta de tratamiento de las aguas residuales, afectando, pues, la calidad del ecosistema.

El ‘sistema mejorado’ (o certificado), por su parte, genera emisiones de gas metano (gas de efecto invernadero) y partículas (que afectan la salud humana) por el tratamiento del agua residual en lagunas y la combustión de cascarillas de café y leña por el beneficio seco, mientras que en el sistema tradicional, el café se seca de manera manual en el patio. Por otro lado, ‘el sistema avanzado’ (u orgánico) soluciona los problemas de la contaminación del agua residual y de las emisiones de gas metano (usando este gas como combustible) de los otros sistemas, aunque este proceso necesita mucha inversión y conocimiento.

La gente del café

En el registro oficial de IHCAFE se encuentran inscritas más de 120,000 familias productoras de café de las cuales el 95% son calificadas como pequeños productores (con producción menor a 2.300 kg). Un 85% de estos productores trabajan de forma individual, mientras que solo un 15% se encuentran organizados en forma de cooperativas o empresas asociativas.

La actividad cafetalera genera un estimado superior a 1,1 millones de empleos en todas las actividades del cultivo, contribuyendo de forma importante a la reducción de la migración y promoviendo la integración familiar. El requerimiento mayor de mano de obra se da en la época de recolección que está comprendida entre los meses de octubre a marzo, dependiendo de las condiciones de altura en que se encuentran las fincas.

El café en Honduras genera empleo, ha desarrollado a lo largo de los años, el transporte interno en muchas regiones y casi desde el inicio de su explotación a nivel comercial, respalda las finanzas públicas, incentivando el consumo y contribuyendo a transformar tanto el sector industrial como el rural y agrícola del país.

Hoy día, la vida económica, política y social de muchas aldeas de Honduras gira en torno a este producto, eje central de un sector dinámico y con potencial de mayor crecimiento en términos de productividad, calidad y precios.

Café Diferenciado y Especial

A partir de la cosecha 2009-2010 se inició el Registro de cafés diferenciados en Honduras, es decir, de cafés certificados y de calidades superiores, un segmento de producción que está mostrando un importante crecimiento, básicamente de mano de empresas asociativas y familias productoras afiliadas a cooperativas. Las cifras revelan que durante la cosecha 2017-2018 se vendieron 66.332kg de estos cafés, una cantidad que representa el 25% del total de las exportaciones, obteniendo un exorbitante incremento del 89% con respecto a la cosecha 2010-2011. Las 5 principales certificaciones utilizadas por el café de este origen son: UTZ, Asociación 4C, Fair Trade / Orgánico, Rain-Forest Alliance y Orgánico.

Al igual que en las exportaciones por destino, Alemania es el principal comprador de cafés diferenciados con un 42%, seguido por Estados Unidos y Bélgica con 11,94% y 12,41% respectivamente.

Fideicomiso cafetero

Honduras cuenta con un original mecanismo financiero denominado ‘Fideicomiso cafetalero’ que consiste en una retención de 13,25 USD a los productores por cada quintal de grano vendido (quintal = 46 kg). De este dinero, 1 dólar va para el Instituto Hondureño del Café (Ihcafé), 1,75 dólares para el Fondo Cafetero Nacional (FCN), 1,50 dólares para el pago de préstamos (gobierno $1 y Préstamo Taiwán $0.50) y 9 dólares para el fideicomiso, en sí.

Esta última cantidad constituye una garantía bancaria que abre oportunidades de crédito para los productores con IHCAFE o instituciones bancarias. Si el productor no hace uso del fideicomiso, una vez reportada la venta del café por parte de los exportadores, IHCAFE devuelve lo retenido al productor.

Aún y así, las dificultades en ocasiones para recuperar el dinero, han levantado las protestas de los caficultores en diversas ocasiones - la más reciente a finales de este mes de septiembre – que consideran abusivo y obsoleto este fideicomiso.

Exportación

Fruto del arduo trabajo de los productores en el campo y las oportunas acciones brindadas por IHCAFE, Honduras continua siendo el principal país productor y exportador de Centroamérica.

La exportación de café en el país está en manos de unas pocas empresas internacionales con licencias; el registro como empresa exportadora se ve dificultado por los elevados requisitos de capital (mínimo USD 1 millón).

En los últimos 15 años, Honduras ha dado un paso adelante importante en su escalada hacia los segmentos altos del café de calidad. Este origen ha ido ganando territorio en el mercado internacional, pero a menudo su progresión se ve limitada porque los propios caficultores hondureños desconocen el potencial de su café. Aunque cada vez hay más de ellos que se suman a la producción de café especial y consiguen llevar su grano hasta los circuitos internacionales de estas calidades, la comercialización del café de Honduras se caracteriza por una intermediación supeditada a un gran número de mediadores informales quienes compran el café en uva y en pergamino seco y pagan antes de la cosecha para comprometer la venta, lo que aporta unos ingresos menores a los productores, los cuales, a menudo, buscan alternativas para circular su producto. Una de las vías más recurridas es el contrabando. Venden su café a Guatemala, Nicaragua, incluso a México, donde les ofrecen mejores precios en relación con la forma de comercio en Honduras.

Durante la cosecha 2017-2018, Honduras ofreció al mundo 9.4 millones de sacos de 46kg con una variación absoluta del 1.06% menor que la cosecha anterior 2016-2017 de 9,5 millones de sacos de 46kg. De estos, el 47 % fueron cafés HG, el 28% SHG, un 5% cafés especiales y solo un 20%, cafés de calidad estándar.

Estos números significan un incentivo para seguir trabajando y superar los rendimientos en las áreas cultivadas que tenemos en este momento, para asegurar, así, que al café de Honduras seguir figurando como uno de los principales en el mercado internacional.Si de repente nos preguntan por el nombre de países referentes en la producción mundial de café, seguro que, casi sin pensarlo, nos vendrán a la cabeza Brasil, Colombia, Etiopía, Vietnam, incluso India, pero pocos pensarán en Honduras. Sin embargo, este es el quinto productor mundial de café (ICO 2018) y un país con unas condiciones únicas para cultivar calidades superiores de este producto.

Honduras es un país pequeño, pero inmenso en diversidad de cafés. Algunos de los cultivados en este territorio han logrado las más altas puntuaciones en concursos cafetaleros mundiales y la industria del café de especialidad ha convertido a este origen en uno de sus proveedores preferentes. La diversidad de microclimas que se entremezclan en las zonas cafetaleras hondureñas, la altitud de los cultivos, los procesos artesanales a los que son sometidos los granos de este país, y la preservación de la pureza genética de muchos de sus granos, hacen de los cafés hondureños, un origen único, que vale la pena conocer... y sobretodo, probar.

Orígenes del café en Honduras

Los primeros registros de actividad cafetalera en Honduras datan de 1778, cuando el café entró en el país desde Guatemala. En aquellos primeros años, el gran potencial del café hondureño ya llamó la atención de algunos extranjeros asentados allí. Tal es el caso del gobernador Intendente de Honduras, Don Ramón de Auguiano quien, en 1804, con motivo de la visita a la “Provincia de Honduras” (en aquel momento el país era una colonia española), escribió un informe a los Reyes de España, en el que decía, “El café es de tan excelente calidad como el de Moka. Se cree que haya sido sembrado por algunos curiosos, porque a pocos se conoce en esta provincia y aunque se cosecha en poca cantidad, pudiera cosecharse en mucha, porque está experimentado que rinde en esta provincia el duplicado en su siembra, que en los países donde más se ha cultivado”.

A pesar de ello, durante décadas, la producción cafetalera fue un cultivo fundamentalmente familiar, del cual, únicamente se destinaba una mínima parte a la venta a terceros.

No fue hasta mediados del siglo XX que la industria cafetalera hondureñas arrancó. En los 50, se inició la tecnificación de algunas fincas y, en paralelo, el gobierno del país creó la Oficina del Café, a modo de organismo específico para la atención y promoción de la caficultura nacional. Una década después, nació la Asociación Hondureña de Productores de Café (AHPROCAFE) y se promovió en las provincias cafetaleras el uso de variedades mejoradas de porte bajo como la Caturra, Pacas y Villa Sarchi, entre otras.

En la década siguiente, la de los 70, la caficultura hondureña dio un paso adelante importante con la creación del Instituto Hondureño del Café (IHCAFE), una institución referente a nivel mundial en la investigación y asistencia técnica al productor. Esta organización es creadora, entre otras, de la afamada variedad Parainema, un híbrido (Timor y Villa Sarchí), resistente a la roya y muy buena taza, merecedor de múltiples reconocimientos, entre ellos la máxima puntuación en la Taza de la Excelencia hondureña de hace dos años, donde obtuvo 91,81 puntos, superando la calificación de otros muchos cafés ganadores en sus respectivas Tazas de la Excelencia de ese año. El café Parainema ganador, además, consiguió el mejor precio pagado nunca por un café de Centroamérica.

Producción al alza

A lo largo de los años, la caficultura se ha convertido en un elemento importante de la economía hondureña y hoy en día sigue siendo el rubro más importante del sector agrícola. Durante la última década ha presentado un marcado dinamismo, gracias al apoyo decisivo para la renovación de las fincas después de la crisis de la roya, lo que se refleja en su producción.

En la cosecha 2017-2018, los productores de café documentaron una producción superior a 9,4 millones de quintales), mostrando un incremento del 2% comparado a la cifra de 9,3 millones de quintales documentadas en 2016-2017. Sin lugar a dudas, estas producciones han contribuido a la estabilidad financiera del país, obteniendo una participación del 23,4% en el total de los ingresos por exportación de los principales productos agrícolas hondureños. En cuanto al Producto Interior Bruto agrícola, el café representa una participación media del 31.69 % (PIB agrícola) y de 32.7 % en el Producto Interno Bruto Nacional (PIB Nacional).

La clave de la creciente producción en Honduras, el rendimiento y la excepcionalidad de la calidad de algunos de sus cafés se debe, en buena parte, a la implementación de variedades genéticas mejoradas. En la actualidad se estima que el 60% del parque cafetalero nacional está conformado por este tipo de plantas mejoradas y resistentes a la roya y otras enfermedades.

Durante más de tres años, IHCAFE en el marco del “Programa Cooperativo Regional para el Desarrollo Tecnológico y Modernización de la Caficultura” de Promecafé, ha analizado 40 “variedades élite”, las mejores de 19 países – Costa Rica, México, Guatemala, Colombia y otros – y las ha traído al país para experimentar in situ con el objetivo de complementar la oferta de variedades resistentes a la roya que ya se encuentran en las fincas hondureñas: Ihcafe-90, Lempira (no resistente a la nueva roya) y Parainema.

Fincas, caficultores y regiones productoras

El café en Honduras se produce en 15 de los 18 departamentos del país y en 210 de los 298 municipios a nivel nacional. En total, más de 300.000 hectáreas cultivadas de café que se pueden agrupar en tres categorías con marcadas diferencias en productividad y rentabilidad agrícola: regiones desarrolladas (Copán, Montecillos); regiones de desarrollo intermedio (Opalaca, Comayagua); y regiones menos desarrolladas (Agalta, El Paraíso).

El 95% de estas plantaciones se encuentran en territorios boscosos y el 92% bajo sombra, con el claro propósito de mantener una producción ecológicamente sostenible que contribuya a proteger las fuentes de agua, además de favorecer un ambiente estable y diverso de flora y fauna que revierta, a su vez, en la conservación de las propias zonas cafetaleras.

Además de la caficultura bajo sombra, otra de las características de la producción hondureña son el porte bajo de sus cafetos, el distanciamiento intermedio entre plantas y la maximización del uso de los suelos.

Las plantaciones son 100% de café arábica, siendo las variedades Typica y Caturra las más populares, aunque también se producen cafés de las variedades Catuaí, Vila Sarchi, Lempira, IHCAFE 90, Parainema, Obata y otros catimores resistentes a plagas y enfermedades. Una de las grandes riquezas de la caficultura hondureña es que todos estos cafés presentan características muy diversas, directamente relacionadas con las condiciones climáticas y geográficas de las tierras donde se cultivan.

Por lo general, por ejemplo, los cafés de la región de Copán (Bourbon, Caturra y Catuai) suelen ser dulces, achocolatados, con cuerpo redondo, acidez delicada y postgusto sostenido, mientras que los de Montecillos (Bourbon, Catuai, Caturra, Pacas) son conocidos por su agradable sabor a cítricos, albaricoques y caramelo y su acidez tartárica. Estas características poco tienen que ver con los cafés de Opalca (Bourbon, Catuai, Typica), que destacan por sus sabores a frutas tropicales, como uvas y moras, cuerpo plano, acidez delicada y retrogusto balanceado.

Por su parte, la taza de cafés de Comayagua (Bourbon, Caturra, Typica) es apreciada por su dulce fragancia, acidez cítrica, sabores dulces y un cuerpo cremoso que la hacen muy agradable. En el caso de los cafés de la región de El Paraíso (Catuai, Caturra) su fina acidez, sabores cítricos, cuerpo suave y postgusto sostenido son sus características más destacadas, igual que los sabores a frutas tropicales con fragancia a caramelo y chocolate, postgusto dulce y acidez pronunciada lo son de los cafés de la región de Agalta (Bourbon, Caturra, Typica).

Por lo general, el área total de las fincas hondureñas está conformada por cafés en producción, café en crecimiento o desarrollo, recepado o poda drástica para renovar tejidos, que se complementan con áreas para bosque, guamil, potreros y otros cultivos. Mayoritariamente, estas fincas se encuentran ubicadas a más de 1.000 m.s.n.m., no siendo pocos los cafetales que se sitúan entre los 1.400 y los 1.600 m.s.n.m. La disparidad de alturas provoca que aunque solamente existe un ciclo de producción de café, su duración varía según la ubicación del cafetal.

Esta altura de las fincas hondureñas les había dado hasta ahora cierta “ventaja” en cuanto a la presencia de plagas y enfermedades más propias de terrenos más bajos y con temperaturas más altas. Sin embargo, el cambio climático se empieza a notar en los territorios cafetaleros hondureños, y ya se ha detectado broca en fincas en las cuales se creía que, por la altura, no se verían afectadas. Es así que un reciente análisis de IHCAFE, PNUD y Heifer International sobre la cadena de valor del café en Honduras, se advierte que, dado que el 10% de las fincas de café del país están a menos de 900 m.s.n.m., los aumentos de temperaturas obligarán a sus productores a migrar a otros cultivos, algo que también, advierten, debe tomarse en cuenta en futuras planificaciones, valorando las ventajas y desventajas de los diferentes sistemas productivos.

El ‘sistema tradicional’ (o convencional), apuntan en este análisis, genera mucha contaminación de materia orgánica en los ríos, por la falta de tratamiento de las aguas residuales, afectando, pues, la calidad del ecosistema.

El ‘sistema mejorado’ (o certificado), por su parte, genera emisiones de gas metano (gas de efecto invernadero) y partículas (que afectan la salud humana) por el tratamiento del agua residual en lagunas y la combustión de cascarillas de café y leña por el beneficio seco, mientras que en el sistema tradicional, el café se seca de manera manual en el patio. Por otro lado, ‘el sistema avanzado’ (u orgánico) soluciona los problemas de la contaminación del agua residual y de las emisiones de gas metano (usando este gas como combustible) de los otros sistemas, aunque este proceso necesita mucha inversión y conocimiento.

La gente del café

En el registro oficial de IHCAFE se encuentran inscritas más de 120,000 familias productoras de café de las cuales el 95% son calificadas como pequeños productores (con producción menor a 2.300 kg). Un 85% de estos productores trabajan de forma individual, mientras que solo un 15% se encuentran organizados en forma de cooperativas o empresas asociativas.

La actividad cafetalera genera un estimado superior a 1,1 millones de empleos en todas las actividades del cultivo, contribuyendo de forma importante a la reducción de la migración y promoviendo la integración familiar. El requerimiento mayor de mano de obra se da en la época de recolección que está comprendida entre los meses de octubre a marzo, dependiendo de las condiciones de altura en que se encuentran las fincas.

El café en Honduras genera empleo, ha desarrollado a lo largo de los años, el transporte interno en muchas regiones y casi desde el inicio de su explotación a nivel comercial, respalda las finanzas públicas, incentivando el consumo y contribuyendo a transformar tanto el sector industrial como el rural y agrícola del país.

Hoy día, la vida económica, política y social de muchas aldeas de Honduras gira en torno a este producto, eje central de un sector dinámico y con potencial de mayor crecimiento en términos de productividad, calidad y precios.

Café Diferenciado y Especial

A partir de la cosecha 2009-2010 se inició el Registro de cafés diferenciados en Honduras, es decir, de cafés certificados y de calidades superiores, un segmento de producción que está mostrando un importante crecimiento, básicamente de mano de empresas asociativas y familias productoras afiliadas a cooperativas. Las cifras revelan que durante la cosecha 2017-2018 se vendieron 66.332kg de estos cafés, una cantidad que representa el 25% del total de las exportaciones, obteniendo un exorbitante incremento del 89% con respecto a la cosecha 2010-2011. Las 5 principales certificaciones utilizadas por el café de este origen son: UTZ, Asociación 4C, Fair Trade / Orgánico, Rain-Forest Alliance y Orgánico.

Al igual que en las exportaciones por destino, Alemania es el principal comprador de cafés diferenciados con un 42%, seguido por Estados Unidos y Bélgica con 11,94% y 12,41% respectivamente.

Fideicomiso cafetero

Honduras cuenta con un original mecanismo financiero denominado ‘Fideicomiso cafetalero’ que consiste en una retención de 13,25 USD a los productores por cada quintal de grano vendido (quintal = 46 kg). De este dinero, 1 dólar va para el Instituto Hondureño del Café (Ihcafé), 1,75 dólares para el Fondo Cafetero Nacional (FCN), 1,50 dólares para el pago de préstamos (gobierno $1 y Préstamo Taiwán $0.50) y 9 dólares para el fideicomiso, en sí.

Esta última cantidad constituye una garantía bancaria que abre oportunidades de crédito para los productores con IHCAFE o instituciones bancarias. Si el productor no hace uso del fideicomiso, una vez reportada la venta del café por parte de los exportadores, IHCAFE devuelve lo retenido al productor.

Aún y así, las dificultades en ocasiones para recuperar el dinero, han levantado las protestas de los caficultores en diversas ocasiones - la más reciente a finales de este mes de septiembre – que consideran abusivo y obsoleto este fideicomiso.

Exportación

Fruto del arduo trabajo de los productores en el campo y las oportunas acciones brindadas por IHCAFE, Honduras continua siendo el principal país productor y exportador de Centroamérica.

La exportación de café en el país está en manos de unas pocas empresas internacionales con licencias; el registro como empresa exportadora se ve dificultado por los elevados requisitos de capital (mínimo USD 1 millón).

En los últimos 15 años, Honduras ha dado un paso adelante importante en su escalada hacia los segmentos altos del café de calidad. Este origen ha ido ganando territorio en el mercado internacional, pero a menudo su progresión se ve limitada porque los propios caficultores hondureños desconocen el potencial de su café. Aunque cada vez hay más de ellos que se suman a la producción de café especial y consiguen llevar su grano hasta los circuitos internacionales de estas calidades, la comercialización del café de Honduras se caracteriza por una intermediación supeditada a un gran número de mediadores informales quienes compran el café en uva y en pergamino seco y pagan antes de la cosecha para comprometer la venta, lo que aporta unos ingresos menores a los productores, los cuales, a menudo, buscan alternativas para circular su producto. Una de las vías más recurridas es el contrabando. Venden su café a Guatemala, Nicaragua, incluso a México, donde les ofrecen mejores precios en relación con la forma de comercio en Honduras.

Durante la cosecha 2017-2018, Honduras ofreció al mundo 9.4 millones de sacos de 46kg con una variación absoluta del 1.06% menor que la cosecha anterior 2016-2017 de 9,5 millones de sacos de 46kg. De estos, el 47 % fueron cafés HG, el 28% SHG, un 5% cafés especiales y solo un 20%, cafés de calidad estándar.

Estos números significan un incentivo para seguir trabajando y superar los rendimientos en las áreas cultivadas que tenemos en este momento, para asegurar, así, que al café de Honduras seguir figurando como uno de los principales en el mercado internacional.Si de repente nos preguntan por el nombre de países referentes en la producción mundial de café, seguro que, casi sin pensarlo, nos vendrán a la cabeza Brasil, Colombia, Etiopía, Vietnam, incluso India, pero pocos pensarán en Honduras. Sin embargo, este es el quinto productor mundial de café (ICO 2018) y un país con unas condiciones únicas para cultivar calidades superiores de este producto.

Honduras es un país pequeño, pero inmenso en diversidad de cafés. Algunos de los cultivados en este territorio han logrado las más altas puntuaciones en concursos cafetaleros mundiales y la industria del café de especialidad ha convertido a este origen en uno de sus proveedores preferentes. La diversidad de microclimas que se entremezclan en las zonas cafetaleras hondureñas, la altitud de los cultivos, los procesos artesanales a los que son sometidos los granos de este país, y la preservación de la pureza genética de muchos de sus granos, hacen de los cafés hondureños, un origen único, que vale la pena conocer... y sobretodo, probar.

Orígenes del café en Honduras

Los primeros registros de actividad cafetalera en Honduras datan de 1778, cuando el café entró en el país desde Guatemala. En aquellos primeros años, el gran potencial del café hondureño ya llamó la atención de algunos extranjeros asentados allí. Tal es el caso del gobernador Intendente de Honduras, Don Ramón de Auguiano quien, en 1804, con motivo de la visita a la “Provincia de Honduras” (en aquel momento el país era una colonia española), escribió un informe a los Reyes de España, en el que decía, “El café es de tan excelente calidad como el de Moka. Se cree que haya sido sembrado por algunos curiosos, porque a pocos se conoce en esta provincia y aunque se cosecha en poca cantidad, pudiera cosecharse en mucha, porque está experimentado que rinde en esta provincia el duplicado en su siembra, que en los países donde más se ha cultivado”.

A pesar de ello, durante décadas, la producción cafetalera fue un cultivo fundamentalmente familiar, del cual, únicamente se destinaba una mínima parte a la venta a terceros.

No fue hasta mediados del siglo XX que la industria cafetalera hondureñas arrancó. En los 50, se inició la tecnificación de algunas fincas y, en paralelo, el gobierno del país creó la Oficina del Café, a modo de organismo específico para la atención y promoción de la caficultura nacional. Una década después, nació la Asociación Hondureña de Productores de Café (AHPROCAFE) y se promovió en las provincias cafetaleras el uso de variedades mejoradas de porte bajo como la Caturra, Pacas y Villa Sarchi, entre otras.

En la década siguiente, la de los 70, la caficultura hondureña dio un paso adelante importante con la creación del Instituto Hondureño del Café (IHCAFE), una institución referente a nivel mundial en la investigación y asistencia técnica al productor. Esta organización es creadora, entre otras, de la afamada variedad Parainema, un híbrido (Timor y Villa Sarchí), resistente a la roya y muy buena taza, merecedor de múltiples reconocimientos, entre ellos la máxima puntuación en la Taza de la Excelencia hondureña de hace dos años, donde obtuvo 91,81 puntos, superando la calificación de otros muchos cafés ganadores en sus respectivas Tazas de la Excelencia de ese año. El café Parainema ganador, además, consiguió el mejor precio pagado nunca por un café de Centroamérica.

Producción al alza

A lo largo de los años, la caficultura se ha convertido en un elemento importante de la economía hondureña y hoy en día sigue siendo el rubro más importante del sector agrícola. Durante la última década ha presentado un marcado dinamismo, gracias al apoyo decisivo para la renovación de las fincas después de la crisis de la roya, lo que se refleja en su producción.

En la cosecha 2017-2018, los productores de café documentaron una producción superior a 9,4 millones de quintales), mostrando un incremento del 2% comparado a la cifra de 9,3 millones de quintales documentadas en 2016-2017. Sin lugar a dudas, estas producciones han contribuido a la estabilidad financiera del país, obteniendo una participación del 23,4% en el total de los ingresos por exportación de los principales productos agrícolas hondureños. En cuanto al Producto Interior Bruto agrícola, el café representa una participación media del 31.69 % (PIB agrícola) y de 32.7 % en el Producto Interno Bruto Nacional (PIB Nacional).

La clave de la creciente producción en Honduras, el rendimiento y la excepcionalidad de la calidad de algunos de sus cafés se debe, en buena parte, a la implementación de variedades genéticas mejoradas. En la actualidad se estima que el 60% del parque cafetalero nacional está conformado por este tipo de plantas mejoradas y resistentes a la roya y otras enfermedades.

Durante más de tres años, IHCAFE en el marco del “Programa Cooperativo Regional para el Desarrollo Tecnológico y Modernización de la Caficultura” de Promecafé, ha analizado 40 “variedades élite”, las mejores de 19 países – Costa Rica, México, Guatemala, Colombia y otros – y las ha traído al país para experimentar in situ con el objetivo de complementar la oferta de variedades resistentes a la roya que ya se encuentran en las fincas hondureñas: Ihcafe-90, Lempira (no resistente a la nueva roya) y Parainema.

Fincas, caficultores y regiones productoras

El café en Honduras se produce en 15 de los 18 departamentos del país y en 210 de los 298 municipios a nivel nacional. En total, más de 300.000 hectáreas cultivadas de café que se pueden agrupar en tres categorías con marcadas diferencias en productividad y rentabilidad agrícola: regiones desarrolladas (Copán, Montecillos); regiones de desarrollo intermedio (Opalaca, Comayagua); y regiones menos desarrolladas (Agalta, El Paraíso).

El 95% de estas plantaciones se encuentran en territorios boscosos y el 92% bajo sombra, con el claro propósito de mantener una producción ecológicamente sostenible que contribuya a proteger las fuentes de agua, además de favorecer un ambiente estable y diverso de flora y fauna que revierta, a su vez, en la conservación de las propias zonas cafetaleras.

Además de la caficultura bajo sombra, otra de las características de la producción hondureña son el porte bajo de sus cafetos, el distanciamiento intermedio entre plantas y la maximización del uso de los suelos.

Las plantaciones son 100% de café arábica, siendo las variedades Typica y Caturra las más populares, aunque también se producen cafés de las variedades Catuaí, Vila Sarchi, Lempira, IHCAFE 90, Parainema, Obata y otros catimores resistentes a plagas y enfermedades. Una de las grandes riquezas de la caficultura hondureña es que todos estos cafés presentan características muy diversas, directamente relacionadas con las condiciones climáticas y geográficas de las tierras donde se cultivan.

Por lo general, por ejemplo, los cafés de la región de Copán (Bourbon, Caturra y Catuai) suelen ser dulces, achocolatados, con cuerpo redondo, acidez delicada y postgusto sostenido, mientras que los de Montecillos (Bourbon, Catuai, Caturra, Pacas) son conocidos por su agradable sabor a cítricos, albaricoques y caramelo y su acidez tartárica. Estas características poco tienen que ver con los cafés de Opalca (Bourbon, Catuai, Typica), que destacan por sus sabores a frutas tropicales, como uvas y moras, cuerpo plano, acidez delicada y retrogusto balanceado.

Por su parte, la taza de cafés de Comayagua (Bourbon, Caturra, Typica) es apreciada por su dulce fragancia, acidez cítrica, sabores dulces y un cuerpo cremoso que la hacen muy agradable. En el caso de los cafés de la región de El Paraíso (Catuai, Caturra) su fina acidez, sabores cítricos, cuerpo suave y postgusto sostenido son sus características más destacadas, igual que los sabores a frutas tropicales con fragancia a caramelo y chocolate, postgusto dulce y acidez pronunciada lo son de los cafés de la región de Agalta (Bourbon, Caturra, Typica).

Por lo general, el área total de las fincas hondureñas está conformada por cafés en producción, café en crecimiento o desarrollo, recepado o poda drástica para renovar tejidos, que se complementan con áreas para bosque, guamil, potreros y otros cultivos. Mayoritariamente, estas fincas se encuentran ubicadas a más de 1.000 m.s.n.m., no siendo pocos los cafetales que se sitúan entre los 1.400 y los 1.600 m.s.n.m. La disparidad de alturas provoca que aunque solamente existe un ciclo de producción de café, su duración varía según la ubicación del cafetal.

Esta altura de las fincas hondureñas les había dado hasta ahora cierta “ventaja” en cuanto a la presencia de plagas y enfermedades más propias de terrenos más bajos y con temperaturas más altas. Sin embargo, el cambio climático se empieza a notar en los territorios cafetaleros hondureños, y ya se ha detectado broca en fincas en las cuales se creía que, por la altura, no se verían afectadas. Es así que un reciente análisis de IHCAFE, PNUD y Heifer International sobre la cadena de valor del café en Honduras, se advierte que, dado que el 10% de las fincas de café del país están a menos de 900 m.s.n.m., los aumentos de temperaturas obligarán a sus productores a migrar a otros cultivos, algo que también, advierten, debe tomarse en cuenta en futuras planificaciones, valorando las ventajas y desventajas de los diferentes sistemas productivos.

El ‘sistema tradicional’ (o convencional), apuntan en este análisis, genera mucha contaminación de materia orgánica en los ríos, por la falta de tratamiento de las aguas residuales, afectando, pues, la calidad del ecosistema.

El ‘sistema mejorado’ (o certificado), por su parte, genera emisiones de gas metano (gas de efecto invernadero) y partículas (que afectan la salud humana) por el tratamiento del agua residual en lagunas y la combustión de cascarillas de café y leña por el beneficio seco, mientras que en el sistema tradicional, el café se seca de manera manual en el patio. Por otro lado, ‘el sistema avanzado’ (u orgánico) soluciona los problemas de la contaminación del agua residual y de las emisiones de gas metano (usando este gas como combustible) de los otros sistemas, aunque este proceso necesita mucha inversión y conocimiento.

La gente del café

En el registro oficial de IHCAFE se encuentran inscritas más de 120,000 familias productoras de café de las cuales el 95% son calificadas como pequeños productores (con producción menor a 2.300 kg). Un 85% de estos productores trabajan de forma individual, mientras que solo un 15% se encuentran organizados en forma de cooperativas o empresas asociativas.

La actividad cafetalera genera un estimado superior a 1,1 millones de empleos en todas las actividades del cultivo, contribuyendo de forma importante a la reducción de la migración y promoviendo la integración familiar. El requerimiento mayor de mano de obra se da en la época de recolección que está comprendida entre los meses de octubre a marzo, dependiendo de las condiciones de altura en que se encuentran las fincas.

El café en Honduras genera empleo, ha desarrollado a lo largo de los años, el transporte interno en muchas regiones y casi desde el inicio de su explotación a nivel comercial, respalda las finanzas públicas, incentivando el consumo y contribuyendo a transformar tanto el sector industrial como el rural y agrícola del país.

Hoy día, la vida económica, política y social de muchas aldeas de Honduras gira en torno a este producto, eje central de un sector dinámico y con potencial de mayor crecimiento en términos de productividad, calidad y precios.

Café Diferenciado y Especial

A partir de la cosecha 2009-2010 se inició el Registro de cafés diferenciados en Honduras, es decir, de cafés certificados y de calidades superiores, un segmento de producción que está mostrando un importante crecimiento, básicamente de mano de empresas asociativas y familias productoras afiliadas a cooperativas. Las cifras revelan que durante la cosecha 2017-2018 se vendieron 66.332kg de estos cafés, una cantidad que representa el 25% del total de las exportaciones, obteniendo un exorbitante incremento del 89% con respecto a la cosecha 2010-2011. Las 5 principales certificaciones utilizadas por el café de este origen son: UTZ, Asociación 4C, Fair Trade / Orgánico, Rain-Forest Alliance y Orgánico.

Al igual que en las exportaciones por destino, Alemania es el principal comprador de cafés diferenciados con un 42%, seguido por Estados Unidos y Bélgica con 11,94% y 12,41% respectivamente.

Fideicomiso cafetero

Honduras cuenta con un original mecanismo financiero denominado ‘Fideicomiso cafetalero’ que consiste en una retención de 13,25 USD a los productores por cada quintal de grano vendido (quintal = 46 kg). De este dinero, 1 dólar va para el Instituto Hondureño del Café (Ihcafé), 1,75 dólares para el Fondo Cafetero Nacional (FCN), 1,50 dólares para el pago de préstamos (gobierno $1 y Préstamo Taiwán $0.50) y 9 dólares para el fideicomiso, en sí.

Esta última cantidad constituye una garantía bancaria que abre oportunidades de crédito para los productores con IHCAFE o instituciones bancarias. Si el productor no hace uso del fideicomiso, una vez reportada la venta del café por parte de los exportadores, IHCAFE devuelve lo retenido al productor.

Aún y así, las dificultades en ocasiones para recuperar el dinero, han levantado las protestas de los caficultores en diversas ocasiones - la más reciente a finales de este mes de septiembre – que consideran abusivo y obsoleto este fideicomiso.

Exportación

Fruto del arduo trabajo de los productores en el campo y las oportunas acciones brindadas por IHCAFE, Honduras continua siendo el principal país productor y exportador de Centroamérica.

La exportación de café en el país está en manos de unas pocas empresas internacionales con licencias; el registro como empresa exportadora se ve dificultado por los elevados requisitos de capital (mínimo USD 1 millón).

En los últimos 15 años, Honduras ha dado un paso adelante importante en su escalada hacia los segmentos altos del café de calidad. Este origen ha ido ganando territorio en el mercado internacional, pero a menudo su progresión se ve limitada porque los propios caficultores hondureños desconocen el potencial de su café. Aunque cada vez hay más de ellos que se suman a la producción de café especial y consiguen llevar su grano hasta los circuitos internacionales de estas calidades, la comercialización del café de Honduras se caracteriza por una intermediación supeditada a un gran número de mediadores informales quienes compran el café en uva y en pergamino seco y pagan antes de la cosecha para comprometer la venta, lo que aporta unos ingresos menores a los productores, los cuales, a menudo, buscan alternativas para circular su producto. Una de las vías más recurridas es el contrabando. Venden su café a Guatemala, Nicaragua, incluso a México, donde les ofrecen mejores precios en relación con la forma de comercio en Honduras.

Durante la cosecha 2017-2018, Honduras ofreció al mundo 9.4 millones de sacos de 46kg con una variación absoluta del 1.06% menor que la cosecha anterior 2016-2017 de 9,5 millones de sacos de 46kg. De estos, el 47 % fueron cafés HG, el 28% SHG, un 5% cafés especiales y solo un 20%, cafés de calidad estándar.

Estos números significan un incentivo para seguir trabajando y superar los rendimientos en las áreas cultivadas que tenemos en este momento, para asegurar, así, que al café de Honduras seguir figurando como uno de los principales en el mercado internacional.